UN PEREGRINO EN LA JMJ MADRID 2011, experiencia sobre silla de ruedas

Hola a todos, me llamo Iván y he tenido la gran suerte de acudir a la JMJ Madrid 2011.
Esta peregrinación ha sido para mi muy diferente a otras peregrinaciones que he realizado anteriormente, esto se debe a que esta vez me ha tocado vivir este evento en silla de ruedas y es que unas semanas previas a esta gran fiesta de la juventud me operaron de la rodilla.
Quiero contaros mi experiencia, que ha sido muy bonita y gratificante, pero que a la vez me ha sido un poco difícil.
Ha sido una experiencia bonita por que he podido comprobar como mucha gente de nuestra diócesis y fuera de ella se preocupaban por lo que me había ocurrido, por que “me echaron una mano” en algunos momentos y eran muy ambles conmigo.
Lo que también me impacto es que no hubo joven de nuestra parroquia que no se ofreciera a empujarme durante un momento (con lo que supone moverme), para llevarme a diferentes actos como puede ser exposiciones, la fiesta del perdón, o a las catequesis, la misa de inauguración, el Vía Crucis…
Pero donde hay que darles un diez a todos es en cuatro vientos, allí todos los jóvenes, Don Pablo, Don Vicente a Sor Covadonga, Sor Magdalena y Sor Isabel y otros muchos que estaban a mí alrededor estuvieron preocupándose por mí para que no me faltara agua, para que el sol no me quemara. Estuvieron entreteniéndome, hablando conmigo y haciéndome reír en esos momentos de larga espera para la vigilia y al igual que en la noche.
Hubo grandes momentos como cuando hicimos un corro bajo la lluvia que interrumpió la vigilia, todos estuvimos cantando nuestra famosa canción de “no tengo miedo”, entre otras muchas. Otro gran momento para mi fue al darnos la paz en la misa del domingo en cuatro viento, los ojos se me pusieron cristalinos.
También ha sido muy bueno porque he podido disfrutar de sitios privilegiados como en la misa de inauguración y la Bienvenida al Papa.
Ha sido difícil, porque debía estar sentado en todo momento, y es que todo el que me conozca bien sabe que no paro quieto. Había mucho gente que decía que le daba envidia que yo fuera todo el día sentado, pero ellos a mi también me daban mucha envidia.
Hubo momentos en los que me veía muy desanimado, porque vi que no era yo, porque dependía de gente para poder moverme de un acto a otro y en momentos me sentía una carga para los demás.
Pero ver como actuaron nuestros muchachos me levantaba el animo, era feliz viéndolos cómo vivieron intensamente el momento de la exposición del Santísimo en cuatro vientos, viéndolos emocionarse al paso del Santo Padre, viéndolos como cantaban, bailaban…, en resumen viéndolos disfrutar.
Desde aquí os quiero dar gracias a todos, en especial a los que mas tiempo habéis ofrecido para acompañarme.