Este acontecimiento ha supuesto un momento de gracia y bendición para la Iglesia, pero de una manera más particular para nuestra diócesis y nuestro Seminario, pues dos de sus hijos han dicho “sí” a la llamada que el Señor les hacía, y “dejándolo todo lo siguieron” (Lc. 5, 11)
Estos jóvenes, mediante la ordenación se configuran con Cristo que se hizo “diácono” para estar al servicio de todos. Desde su ordenación asistirán al Obispo y a los sacerdotes en la celebración de los sagrados misterios, en el reparto de la Eucaristía, asistir a la celebración del matrimonio y bendecirlo, proclamar el Evangelio de Cristo y predicar, presidir las exequias y de manera especial entregarse al servicio de los más pobres y necesitados a través de las prácticas de misericordia y de la caridad.
La Iglesia se alegra por estos dos hermanos nuestros que se han consagrado al servicio de la mies y rogamos por ellos, por su ministerio y fidelidad a la vocación que Dios les ha regalado.
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